¿Qué es y para que sirve la Filosofía ? Digamos es
una reflexión a conciencia de aquello hecho en forma cotidiana por nosotros.
Sirve para mejorar en muchos aspectos de nuestra vida diaria, si tomamos medias
al respecto. Si queremos filosofar o reflexionar, con bases, acerca de los
asuntos universitarios nos vamos a topar con muchos problemas de aquellos que
pertenecen a las élites que toman las decisiones, y tienen el suficiente dinero
para hacer y deshacer en educación. Nos vamos a parecer en algunos aspectos a
Sócrates, en otros a Aristóteles, o a Santo Tomás de Aquino, a Wittgenstein o a
algún otro filósofo contemporáneo como Bordieu, Carballo, o Gianni Battimo.
Decir la verdad, cuando se vive en
un mundo de mentiras, no es sencillo. Para empezar es necesario hablar de la
verdad, viviendo en ella. De esa forma se deshacen las mentiras. Sócrates le
preguntaba, en sus caminatas filosóficas a los de su mundo, ¿cómo te sientes?
¿Eres feliz? ¿Te sientes realizado? Hasta que sus opositores se hartaron de
escucharlo y planearon una estrategia para aniquilarlo por su búsqueda de la
verdad. Jesús dijo: “Y conoceréis la verdad y ella os libertará”. Jesús es la verdad.
Sin embargo, los sofistas griegos condenaron a Sócrates a beber la cicuta por
decir la verdad en un mundo de mentiras. Por lo demás, un inocente, condenado
injustamente, de estar en contra de los dioses del Emperador, y de corromper a
la juventud. Por ello, es necesario valorar lo dicho, con recelo.
Hay preguntas que deberían hacerse
los jóvenes universitarios como: ¿Cuál es tu propósito en tu vida? ¿Para qué
vives? ¿Qué es para ti Dios? ¿Existe otra vida después de ésta? ¿Sabes lo que te
gusta? ¿Conoces tus aptitudes? ¿Hacia dónde te diriges? No obstante, estas
preguntas no corrompen a nadie, salvo a aquellos que ya están en el lado oscuro
de la vida.
En la actualidad 2014), se ha
perdido el valor de lo humano, del tiempo, del sacrificio, de la dedicación,
del empeño. No hay amor. Vivimos en un mundo casi sin esperanza. Un mundo casi
nihilista. El cuál ha caído peligrosamente, en la burocratización de la
educación. Aristóteles y Santo Tomás nos hablaron de trascendencia, pero en
estos últimos tiempos todo parece ser existencialismo, en alumnos y maestros,
al mejor estilo de Sartre. Los profesores ya no valen por lo que saben, sino
por lo que coordinan. Los alumnos se han convertido en simples personas que
cargan una prótesis llamada teléfono, la cual no pueden dejar porque ya es
parte de su vida.
Los profesores tienen
que cargar con equipos audiovisuales para entretener a los estudiantes
multimediáticos, los cuáles ya no hacen caso al discurso oído porque les parece
aburrido. Platón se ha quedado sólo en el salón de clases, sin equipo de video.
Las autoridades
universitarias y educativas, han perdido la brújula para llegar al significado de lo que es un
universitario que enseña, que investiga, porque todo lo quieren medir con cinta
milimétrica. ¿Cuántos artículos estas escribiendo? La educación no es como la cocina que salen 4 enchiladas
para la 4. No se pueden producir libros, artículos como para el consumo
inmediato. La educación es algo más reflexivo. Si queremos calidad, debemos
pensar un poco más a quien vamos a poner frente a un grupo.
No todo profesor que dice serlo lo es. Algunos
tienen tipo de Pitágoras, pero muy pocos tienen esa calidad. Tenemos que ver
más el significado, y no tanto las formas (si de profesoras se trata). Aunque
no estoy diciendo que no se contraten hermosas maestras, porque la sabiduría no
tiene sexo, figura, o forma.
El amor al dinero, no nos hace
profesores, ni conocedores de ciertos aspectos de la vida. Las autoridades que
tienen grados superiores, no siempre son académicas en el mejor sentido
greimasiano, pues califican y descalifican mas por prejuicios y estereotipos que
por mentalidad abierta en la educación. Las falacias griegas pululan por
doquier. El famoso sistema de competencias( cáduco desde hace décadas) se sigue
implementando y lo único que logra es crear más egoísmo entre los estudiantes.
La sustentación del saber hacer no se da en la educación superior, pues falta
mucha infraestructura de talleres. Las opciones de la educación necesitan que
se reevaluadas de manera contundente.
Y se siguen sacando egresados que se convierten en ninis porque no han
tenido oportunidad de aprendizajes significativos operativos u operacionales
para resolver problemas importantes en su comunidad.
La antieducación
(Battimo) ya está en marcha como una
estrategia del tipo: Provoca caos,
para después meter una estrategia de orden fascista y generar más caos,
institucional. Esto no nos lleva sino a una densa oscuridad académica carente
de valores, de propósitos, y de formulaciones propositivas para alumnos y
profesores que se ven coartados por secretarias o asistentes ejecutivas que
parecen monstruos de mil cabezas al mejor estilo griego. También vemos
coordinadores de programas académicos limitados en recursos, en decisiones, sin
autonomía, que por si acaso solamente quieren ver números, cargas de trabajo,
cantidades de horas frente a grupo, o fuera del él en oficinas, y que para nada
les interesa la formación del estudiante. Mucho menos su desarrollo académico.
Desgraciadamente, la política ha entrado en las grandes y pequeñas
universidades y ha hecho un gran desastre. No hay calidad, porque todo es
filtrado por la polis. El aparato sostiene a muchas personas que se dicen ser profesores,
porque pertenecen a ciertos grupos de poder. Cuya imaginación brilla por su
ausencia, su creatividad ni se diga, su compromiso es solamente con el poder.
Un mundo wittgensteiniano objetivado, donde lo que importa es no hacer para
seguir existiendo.
Así, caminamos
en círculos a lo largo y ancho de las universidades mexicanas. No crean que
UNAM o Politecnico están mejor. Es lo mismo pero de otro tamaño, y mas
aburrido. Ahí, vemos los fantasmas de la hipocresía, de las apariencias, de los
contubernios de las canonjías que no nos llevan a la realización del hombre,
sino a su hermetismo. El cuál no logra entender a los otros, ni se comprende a
si mismo para su autorrealización total. Hace falta en nuestros días más
lucidez, mayor sensatez, y salir de esa frivolidad y desorientación académica.
Tal vez nuevamente Salomón tenga algo que decirnos en estos tiempos, con sus
sabios proverbios para salir de la inmediatez, y de lo efímero baudrillardiano.
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