lunes, 21 de marzo de 2011

El Comunicador. La difusión masiva de cualquier mensaje es, por encima de todo, el medio: prensa, radio, cine, televisión y el Internet

Javier Pérez Robles

La difusión masiva de cualquier mensaje es, por encima de todo, el medio: prensa, radio, cine, televisión y el Internet (San Marshal McLuhan dixit).

La comunicación masiva puede ser comercial o social. La comunicación comercial se llama 'publicidad' y la comunicación social se llama 'propaganda'.

En todo caso, la comunicación es el mecanismo la circulación de las ideas: es el flujo de la información. Una información que pretende hablar de la verdad social, intenta reflejarle a la sociedad su propia cara y trata de articular una hermenéutica del sentido (o sinsentido) de lo social.

Cuando la comunicación social se vuelve un instrumento del discurso de los políticos, pierde credibilidad; y es entonces cuando el informador, el comunicador del medio se percibe como una fuente más confiable de información social (por tanto política) que la del político mismo.

La gente ubica el conflicto de interés entre el periodista y su práctica en el lugar más acertado: (a) es el interés competitivo por dar a conocer los hechos, antes, mejor y de fuentes directas, frente al mandato (b) de la ética que obliga a apegarse a la verdad de los hechos comunicados.

Es el conflicto entre (a) el interés económico de la empresa que aloja al comunicador y los anunciantes que lo patrocinan, frente al riesgo (b) de destapar cloacas incómodas. Es el conflicto entre (a) el estilo personal de informar del comunicador y (b) el estilo personal de gobernar del político en el poder.

La gente sabe de esto; y sabe detectar cuando los comunicadores se pliegan a uno u otro interés en juego.

Un juego social que resulta irónico porque, si los concurrentes al mercado comercial o político meten la mano para modular el flujo de la información que suponen en su contra, las preferencias de la gente se retiran de la marca comercial o del partido político sospechosos de manoseo de la información; y si el manoseo es del propio informador, la gente retirará su mirada o su escucha del medio masivo y sus cómplices.

Como en la actualidad la libertad de expresión es una condición colateral al libre comercio, los informadores masivos adquieren un lugar en esa bolsa de valores virtual que se mide con el ‘rating’.

En estas condiciones, el comunicador se ve, por los operadores del poder público y privado, como un capital negociable y explotable; tal como ven a los artistas o deportistas famosos; por tanto, hay que ponerlos al servicio del poder. Tan-tan.

Pensándolo bien... No existe una manera más eficaz ni más productiva de callarlos...


Javier Pérez Robles

​​Comentarista de noticias de Línea Directa desde su fundación.
Colaboró durante años en los periódicos locales El Debate y Noroeste; es el decano de los periodistas de este noticiero (o sea, el más viejo).
Publicó dos libros en 2002, Vuelta de Siglo I y II, como un testimonio de lo que pasó en esa época.
Diariamente presenta dos columnas Pensándolo Bien en la primera y tercera emisión de Línea Directa.
Conduce un programa sabatino de una hora en Stereo Uno, 101.3 FM, de Los Mochis, Vida Cotidiana, que a veces vale la pena escucharlo.



Créditos: Extraído de Linea Directa Portal: http://www.lineadirectaportal.com/index.php?opcion=opinionverentrada&id=50&entrada=213

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