lunes, 23 de mayo de 2011

La crónica y el futbol Parte I

Por Jorge Esteban Herrera

Los dos mundos

     La relación entre el futbol  y medios de comunicación se ha vuelto inasible. Como parte de ese sempiterno romance, emerge la álgida sentencia “no existe amor sin interés”.  La frase nunca fue tan cierta. El futbol se sirve del medio para expandirse, sino fuera por ellos nunca hubiéramos sabido que los italianos además de crear cerrojos defensivos, ejercen con pericia el arte de la dramaturgia. Mientras que el medio aumenta su simpatía, aglutinando a millones de aficionados que acuden a ellos con la ilusión de recibir la noticia de que su equipo se ha coronado o su jugador favorito ha impuesto un nuevo record.
     Cuando el primer mundial fue televisado desde Suecia en 1958, el aficionado pudo darse cuenta que la selección sueca no estaba integrada por vikingos; a pesar de que las primeras imágenes eran pálidas, plasmadas en blanco y negro, se comprobó que la región de Escandinavia no era únicamente hielo. La imagen de 22 jugadores detrás de un balón llegó a más de 70 países. Sin embargo, esa imagen como tal es cadenciosa de sentido. Ver a 22 hombres corriendo, golpeando una pelota y guarneciéndose del equipo rival remite al futbol a sus orígenes más prístinos: el de la cacería. Pero cuando el aficionado no es Desmond Morris para realizar una antropología del hombre y dilucidar tal representación, en el mejor de los casos, se remite a su infancia plagada de mitos y leyendas.
     Se sabe desde tiempos antiguos, que la cancha es sacra para el futbolista. Sobre el terreno de juego la vida se desarrolla durante 90 minutos. Cuando ese período no logra la culminación exitosa, se trasciende al terreno agónico de los 30 minutos más y si no son suficientes el juego se consume desde la distancia de los 11 pasos: el tiro penalty. Pero otra de las grandes verdades que se conocen del campo, es que a pesar de ser un lugar destinado para los hombres que a veces se visten de héroes y villanos, éstos practican un lenguaje parco. A la velocidad con que se juega, toda articulación de palabras resta astucia. Es por ello que los monosílabos tienen la capacidad de albergar un cúmulo de oraciones que el jugador que en milésimas de segundo debe interconectar para comprender a su interlocutor. Un “sí” a veces codifica la intención del jugador de correr los 100 metros a una velocidad que no se encuentra en sus piernas.
      Por lo regular el espectador se envuelve en el estupor que ofrece el partido. No logra comprender porque Iniesta lanza una pelota a un espacio donde pareciera que el tiempo se ha detenido y en un acto que denota un don sobrehumano para practicar la telekinesia, Messi percibe en secreto la intención de su compañero y aparece en el lugar indicado.
      Si el aficionado se percata de jugadas que están más allá de su entendimiento, se anonada y lo expresa con sonidos guturales. Y es que en ocasiones el futbol se vuelve un idioma arcano. El mundo de los once y el de los millones que los observan solamente es posible interconectarse a través de la figura del cronista.
     Nadie imaginó que un país donde aún residía la fantasía y el mito creado por Selma Lagerlöf, alguien sería capaz de edificar la leyenda de un rey, apodado Pelé.
     Precisamente el relato del cronista, es capaz de crear mundos alternos a un partido soporífero, descifrar acciones inverosímiles: el delantero que la temporada pasada fue el terror de los porteros, termina por fallar un gol que como evento probabilístico, tenía el 100% de seguridad de entrar a la portería.

De la realidad al mito


     Ya se mencionó que para el aficionado los cuentos de hadas han dejado de pertenecer a los hermanos Grimm o a Hans Christian Andersen. Si Giovanni Sartori menciona que el niño actual, crece al lado del televisor; éste también cumple la función de niñera y educador, no es de extrañarse que le relate al receptor historias fantásticas.

     La televisión mexicana aún recuerda a dos de sus grandes relatores: Fernando Marcos y Ángel Fernández. Para muchos mexicanos su infancia estuvo marcada por la voz elocuente de esos dos hombres. Sus relatos bien podían ser un compendio de inteligencia, un postulado filosófico hegeliano: un partido que al principio era trivial trasciende y termina elevándose a las esferas racionales. La capacidad de fabular de motes a los jugadores y aforismos al deporte no era cuestión de literatos. Bastaba escuchar la capacidad de Ángel Fernández para pronunciar nombre de jugadores alemanes y rusos que se acercaban más a trabalenguas que a una articulación. O de un momento a otro, el jugador de nombre impronunciable se volvía un símil de un ferrocarril: por largo y fuerte.

     Precisamente bajo esa floritura en el mensaje es de donde emergen las mejores crónicas. Una de las funciones que confiere al lenguaje el lingüista ruso Roman Jakobson, es la función poética. En la cual el emisor confiere a su mensaje un orden estilístico, estético y plagado de figuras literarias con el motivo de embellecer el discurso y su intención sea la de volver fastuoso y llamativo. “Corrió lo más rápido que pudo para llegar por la pelota” no causa el mismo efecto en el aficionado que escucha “Se colgó del viento para llegar más rápido”  

    La voluntad de estilo es la que va a enmarcar a la crónica. En un deporte que evoluciona constantemente a nuevas formas y estratagemas de juego cada vez más complicadas, también debe evolucionar su relator. Los movimientos literarios suponen un cambio en la técnica y el estilo. Cuando el realismo mágico dejó de ser atractivo se decidió por distenderse de su influencia. Del mismo modo en la crónica del futbol: el uso de eufemismos zoológicos para narrar el partido se han vuelto arcaicos.

     Y es que si el relato esgrima poesía es ineludible que lo persiga la fe poética. Jorge Luis Borges en su obra “Nueve ensayos dantescos”  rememorando un poema de Samuel Coleridge, la señala como la pérdida de la incredulidad. Si leer la “Divina Comedia” es un acto de fe (menciona Borges) por aceptar que Dante está en el ultramundo, creer que el portero hizo un milagro para detener la pelota que parecía tocada por el destino o que los deseos de la afición se materializaron a la realidad para que su equipo fuera campeón, también lo es.

    En otras ocasiones, de repente, el cronista encuentra por azar en él un gen de Homero y Dante y termina situando a un jugador en el noveno círculo del infierno de alguna cancha y es perseguido por gigantes. El futbolista acaba sorteando a los rivales y anotando gol. La única explicación para tal hazaña es que el futbolista a veces se vuelve Ulises. Los héroes no únicamente viven en Grecia, también se encuentran en todas las regiones del orbe.

    En el tiempo primigenio las tribus se sentaban a escuchar los relatos de sus dioses. Los aficionados aún siguen maravillando que las historias se sigan repitiendo. El jugador más humilde supera al que espolea la belleza y renace en ellos el relato de Nanahuatzin y Tecuciztécatl. El cronista siempre tendrá inagotables elementos para seguir relatando el mito y el aficionado para seguir creyendo.


Bibliografía

1-      Villoro, Juan. (2006). Dios es redondo, Editorial Planeta
2-      Borges, Jorge Luis. (2006). Nueve ensayos dantescos, Editorial Alianza.
3-      Morris, Desmond. (1981). The Soccer Tribe, Editorial Jonathan Cape.
4-      Sartori, Giovanni. (2010). Homo Videns La sociedad teledirigida, Santillana Ediciones Generales.
5-      De Haro, Vicente. (2010). Al contragolpe: el deporte y la formación humana, disponible en http://istmo.mx/2010/04/al-contragolpe-el-deporte-y-la-formacion-humana/
6-      Reyes, Juan José. (2006). Los vuelos de Ángel Fernández, disponible en http://www.letraslibres.com/index.php?art=11382
7-      Las funciones del lenguaje, disponible en http://es.wikipedia.org/wiki/Funciones_del_lenguaje



Jorge Esteban Herrera Plascencia

Actualmente es estudiante de 12vo. Trimestre de la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Occidente Unidad Los Mochis, en Sinaloa México. Premio Estatal de Cuento de Cobaes 2006 (Categoría Bachillerato) y 2009 (Categoría Juvenil).

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